La presencia de cadmio en el medio ambiente ha aumentado considerablemente en los últimos años, como consecuencia básicamente de la industrialización. El cadmio es una especie contaminante que requiere un tratamiento cuidadoso, tanto para ser detectado como para su posible eliminación. El cadmio está considerado un cancerígeno que se puede acumular en el cuerpo humano, principalmente en el hígado y en los riñones, en estos últimos perjudica el sistema de filtración y provoca que se excreten proteínas esenciales y azúcares. Esto puede desembocar en fracturas de huesos, daños al sistema inmunológico y nervioso y problemas de fertilidad, entre otros., y muestra una vida media superior a los 10 años.

Se obtiene como subproducto en la refinación de zinc y otros metales, especialmente cobre y plomo. Se usa como anticorrosivo en galvanizado de acero, baterías y pigmentos, en paneles solares, estabilizador de productos de cloruro de polivinilo (PVC) y absorbente de neutrones en plantas nucleares.  Los pigmentos a base de sulfuro de cadmio de origen natural se utilizan desde 1850 debido a sus brillantes colores rojo, naranja y amarillo y aparecieron prominentemente en las pinturas de Vincent van Gogh a fines del siglo XIX.